Hace 19 años mi hija me contó la situación que una su amiga estaba pasando y tomamos la decisión de enviarle una caja de víveres, era la manera que se me ocurrió para compartirle el amor de Dios.
Y fue así, como inicié compartir cajas de víveres, esas cajas se convirtieron en viajes misioneros, llevando ayuda a muchas comunidades del interior.
Hoy, 19 años después puedo decir que sin la ayuda de Dios no estuvieramos aquí. Te invito a que seas parte de estos proyectos. Sé parte de llevar la provisión a muchas familias.
No hay mejor satisfacción que saber que otros tambíen reciben una nueva esperanza.